Pediatra primerizo. Todo es acariciable, sin obstáculos, sin la aspereza del pelo. Todo maravillosamente horizontal. Tus manos arden al tocar una piel tan blanca, tan lisa, tan censurada.
Grosera erección disimulada bajo la bata blanca de profesor. Miedo a dañar una figura de barro fresca, sin hornear.
Demasiado pronto y a la vez demasiada ansia. En su imaginario, las más grotescas imágenes resplandecen dentro de ese cerebro podrido de deseo bipolar. Eso si, ha de guardar las formas de caballero.
Sólo quiere un último roce antes de que los demás alumnos vuelvan del recreo..
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