Nadie te nombra, sólo te piensan en sus mentes corrompidas, tristes y vacías por la falta de amor propio. Esos cuerpos que se arrastran desesperados por amanecer contigo dentro como sus propias tripas, enroscadas asfixiándoles.
Nadie te nombra pero tu sabor, amargo como un vecindario sin niños, corroe las lenguas secas de quienes un día tuvieron la mala suerte de encontrarte.
Nadie te nombra pero los que te conocen bien saben que tu sombra no es negra, es infinita.