¿Y si te entierro bajo tinta azul?
¿Y si cubro tu cuerpo de acertijos y lo dejo en mitad de la calle para que la gente te descifre?
Serías un jeroglífico delicioso, misteriosa y mortal como la Esfinge de Tebas.
Puede que al hacerte verbo, censures con tus mayúsculas el deseo escondido entre la multitud
y dejes que yo te conjugue cuando quieras volver a ser leída.
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