martes, 3 de junio de 2014

las imperfecciones

Te quiero porque no te puedo pronunciar aunque diga tu nombre mil veces,
porque tu piel está encima de tus huesos y debajo de mis manos,
así, como por un descuido.
Te quiero cuando presto atención a lo que piensas, no a tus palabras
y detrás de la garganta escondes lo que callas.
Y cuando se te caen las cosas o te vistes sin pensar, te quiero aun más.
Pero lo que más me gusta es que tengas ese reino de cosas enormes
dentro de un cuerpo tan pequeño.


Oda al carnicero


Una imagen plasmada en mi retina me sugiere la idea de colgarte boca abajo y rajarte el cuello con gesto certero, de esos que tu ya conoces. Y ya que nos ponemos, ojalá tu sangre aguada te ciegue y te ahogue hasta que el último estertor consuma toda la energía de tu cuerpo frustrado. Sería una vengativa postal: tu aorta al aire mezclándose en el suelo con las babas, las lágrimas y la lenta agonía. Los despojos como tú no valen ni para remendar el culo al diablo.

licencia

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.