martes, 3 de junio de 2014

Oda al carnicero


Una imagen plasmada en mi retina me sugiere la idea de colgarte boca abajo y rajarte el cuello con gesto certero, de esos que tu ya conoces. Y ya que nos ponemos, ojalá tu sangre aguada te ciegue y te ahogue hasta que el último estertor consuma toda la energía de tu cuerpo frustrado. Sería una vengativa postal: tu aorta al aire mezclándose en el suelo con las babas, las lágrimas y la lenta agonía. Los despojos como tú no valen ni para remendar el culo al diablo.

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