En un escurridor de pasta y arroz dejo secar mis ideas más absurdas sobre la vida. Después las moldeo en forma de interrogación y las horneo hasta que queden bien doraditas. Finalmente las espolvoreo con esencia de humor y paciencia, las empaqueto y las dejo listas para ser consumidas a la hora del café de sobremesa.
miércoles, 21 de julio de 2010
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