miércoles, 12 de mayo de 2010

La niña y la pala. (me imagino una ilustración de Edward Gorey)

Morgana no tenía muy claro dónde cavar el agujero. Había diferentes sitios propicios para ello, pero por alguna razón se decidió por la zona más baja del páramo, quizá por estar resguardada del viento y expuesta a los ojos curiosos de las colinas.
Sabía que tendría una larga jornada por delante, así que se remangó el vestido y se recogió la melena revuelta en una coleta mal hecha. Total, nadie la vería y aunque el cabello desmarañado fuera sexi, ella ya había echado el candado a su alma, así que borrad esa imagen de vuestras mentes enfermas de amor.
Es extraño, pero al mirar su rostro se podría apreciar un destello de placer ante aquel arduo trabajo. La sonrisa macabra de quien va a pasar una temporada en el infierno, como Arthur Rimbaud.

- "Dejadme descansar sólo un ratito bajo el manto de la tierra húmeda. Plantad jazmines sobre mi lecho para que así recuerde, al menos, el olor de mi propio cuerpo. Dentro de un tiempo volveré con los sentidos preparados, pero ahora necesito que mi Personaje mude de piel y mi Miedo deje de atormentarme..."

1 comentario:

  1. Perfecto y emocionante. Tu pluma no podría haber escrito mejor mi deseo de cavar mi tumba con una sonrisa. GRACIAS DULCE ARTEMISA

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