Ese olor a oreja perruna.
Tu lomito que desprende ternura.
La trufa negra y húmeda cuando jugueteas y caliente y seca cuando duermes.
Tus babitas de ganas de comer.
Malditos y maravillosos chantajes que mendigan un trozo de pan.
Tus abrazos con las pezuñitas para dentro, a la hora de dormir.
Ay, el aliento a cariño canino...
No te cambio por nada.
Te adoro, trufita
martes, 31 de mayo de 2011
viernes, 27 de mayo de 2011
Corto testimonio de un ser social
A veces me avergüenzo de vivir en este país, otras, de vivir en este mundo y otras, de vivir dentro de mí.
Honrarás a tu padre y a tu madre
Cadáver exquisito. Por Manifiesto Orgánico y LaVargasSublima.
Observar una misa desde el último banco de la iglesia que se te antoje puede ser un incordio o una tarea excitante. A mí, personalmente, cuando miro esas cabecitas creyentes y cabizbajas con el alma en el prepucio, me invaden unas ganas locas de curtir sus nucas a collejas.
No hace mucho estuve en una misa. Podría haber elegido no entrar pero preferí ahorrarle el disgusto de mi ausencia a alguno de los presentes.
Me senté bien atrás, dónde el ángulo de cabezas con tronco arrepentidas por sus crímenes era más amplio. Dónde los ojos de Dios apenas podían localizarme.
Aunque equivocada, puesto que Dios lo ve todo y a través de todos, decidí dedicarme por entero a la contemplación cinematográfica del embelese de los allí presentes, con una mezcla entre entusiasmo y espanto ante la devoción casi marciana de las almas descarriadas con el instinto incrustado en el culo.
Para mí, asistir a una misa es algo así como meterme en un cine de barrio, con la salvedad de que en suelo sagrado se me dispara el instinto depredador ante tanta prudencia contenida. Todas las ovejas bien enseñadas esperan impacientes…
De repente, la presencia luminosa y esclarecedora del Señor Cura hace su entrada en el altar, colocándose detrás de la mesa de mármol, con cara de bostezo. Con sus dos esbirros a los lados, alza los bracitos, como si del orante de las catacumbas romanas se tratara.
En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Himen.
"Queridos hermanos- dice con una parsimonia abrumadora - Jesús está con nosotros. Jesús vivo está aquí ahora, está en tu hogar, en tu corazón, en los lugares donde hay hambre y abundancia, donde hay guerra y paz".
Qué manera de empezar, por Dios. Nos planta el concepto de la omnipresencia en 2 frases y se queda tan ancho, el muy cristiano.
Decido abstraerme un rato de la palabra de Dios. No sé si mi alma mortal será capaz de atender a toda esa gloriosa retaíla.
El alma se me llena de gracia cuando veo entrar a una monjita que me mira de soslayo mientras avanza hacia las primeras filas. Puedo escuchar un sutil murmullo que sale de su boca de hermanita de la caridad, rezando por mi alma lesbiana y pidiéndole al Señorísimo que mis dildos ardan en el infierno. O que aparezcan bajo su almohada por un milagro de Dios . Que no cese nunca su oración, hermana.
Mientras mis pensamientos vagan alentando a mis actos impuros y niegan la posibilidad de que la comunidad de hermanas se acerque demasiado a mi asiento pecador, la avasalladora voz del cura me saca con violencia de mis divagaciones, como si hablase el mismísimo Iahvé a través de un sintetizador con reverberación.
“Derrama, Señor, la bendición de tu Espíritu, sobre estos dones que te presentamos para que tu Iglesia quede inundada de tu amor y sea ante todo el mundo signo visible de la salvación. Por Jesucristo, con Él y en Él”
Al oír estas palabras, se me escapa una sonrisa al imaginar a Jesucristo derramando el gérmen de una masturbación sobre la cabeza de los fieles. A Nuestro Superior se la pone dura tantos deseos amordazados en oraciones puras y autómatas. Pero ninguno de mis juguetes arderá en el infierno.
Lo sé. Acabo de ganarme el cielo.
jueves, 26 de mayo de 2011
"Las formas estremecedoras y espléndidas de aquéllos a quienes el Vicio y la Sangre convirtieron en monstruos o en locos"
"Ezzelino III da Romano, podestá de Verona, cuya melancolía sólo se curaba con el espectáculo de la muerte y que sentía pasión por la sangre, como otros hombres la tienen por el vino tinto; hijo del Maligno, se decía, que había hecho trampas a su infernal padre cuando se jugaba el alma a los dados. Filippo, duque de Milán, que asesinó a su esposa y le pintó los labios con un veneno escarlata para que su amante sorbiera la destrucción de la criatura muerta que acariciaba. Carlos VI, tan terriblemente enamorado de la esposa de su hermano que un leproso le advirtió de la locura que se le avecinaba y que, cuando su cerebro enfermó y comenzó a desvariar, sólo era posible calmarlo con naipes sarracenos, ilustrados con imágenes del Amor, la Muerte y la Locura.
Todos despertaron en Dorian Gray una horrible fascinación. Los veía de noche y le perturbaban durante el día. El Renacimiento conoció extrañans maneras de envenernar, pero a él lo había envenenado un libro. En determinados momentos veía el mal unicamente como un medio que le permitía poner por obra su concepción de lo bello."
Todos despertaron en Dorian Gray una horrible fascinación. Los veía de noche y le perturbaban durante el día. El Renacimiento conoció extrañans maneras de envenernar, pero a él lo había envenenado un libro. En determinados momentos veía el mal unicamente como un medio que le permitía poner por obra su concepción de lo bello."
El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde
miércoles, 25 de mayo de 2011
El burdel filosófico
Estaba L. Kischner en una casa de citas. Corría el año 1911.
En esos largos pasillos que olían a humo de pipa y sexo barato, Ludwig modeló mentalmente los bocetos de su mujer semidesnuda con sombrero, a raiz de un encuentro fugaz e intenso con una damisela de frente altiva.
Jóven bohemio atormentado, pagaba sus deudas con cuadros malvendidos. Ponía toda su angustia y reveldía en el asador del lienzo, con colores ocres y rojos de un violento anguloso y acusador.
Deseaba sacarse las entrañas con las aristas de los hombros de sus retratados, abrirse los brazos con los pezones duros al óleo de las prostitutas que dormían a su lado entre vapores de alcohol y aliento ciego, siempre en aquellas habitaciones de pago.
"¿Dónde estará mi muchacha a medio vestir?" se preguntaba con el pincel goteando rojo ahorta. "Quisiera ahogar mi angustia entre sus pechos cálidos y libertinos, sin importarme lo que me cueste. Pero es escurridiza, así que la seguiré invocando con las paletas y el disolvente"
"Es complicado", volvió a pensar. "Cuando luchas contra algo, sólo puedes superponer pinceladas de los colores en los que crees. Y el resto del apoyo, lo ponen tus camaradas más cercanos"martes, 24 de mayo de 2011
La caperucita urbana
A Caperucita no le gustan los lobos que no aúllan. Son los peores, los que más devoran.
No puede atajar por el bosque, porque en su ciudad gris no hay espacios verdes, así que cada mañana tiene que ver la cara de cientos de personas sin alma.
No es a su abuela a la que va a visitar, sino a un grupo de niños con problemas de conducta.
En su cestita no lleva fruta, ni pan ni leche. Porta un pequeño bloc de notas donde va anotando la desolación de la soledad de los niños incomprendidos y la esperanza del NO.
Se ha cansado de la comprensión con los mayores, de las conductas impositivas y del éxito social.
El color rojo lo usa unicamente cuando esta en casa. Al salir a la calle se viste de negro, se tapa la vista, y oculta una sonrisa.
El color rojo lo usa unicamente cuando esta en casa. Al salir a la calle se viste de negro, se tapa la vista, y oculta una sonrisa.
No le gustan los semáforos y las grandes avenidas le parecen pistas de cobijo para zombis.
Anhela saltar en charcos de barro, mancharse las manos con ceras de colores.
Ya no la engañan las alimañas disfrazadas de corderos.
Lo siento, Caperucita ha crecido
lunes, 23 de mayo de 2011
La lección de los muertos
Hace poco me di cuenta de que los muertos son conscientes de serlo. A pesar de no tener ojos, nos observan sin dejan de reirse por lo imbéciles que somos los vivos. Sorprendidos y cabreados por la destreza con la que engordamos nuestras preocupaciones, nos recuerdan cada día su incapacidad de sentir calor, alegría, ira o miedo y la manera en la que nosotros, lejos de la necrópolis, diluímos todas esas sensaciones en un gran cuenco de egoísmo o las exageramos por miedo a perder su significado.
Y yo desde mi tumba, observo mi lugar en el mundo y me alegro de ser algo más que células vivas y sangre que habla.
Echo de menos los monstruos mitológicos y los versos de rima blanca.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Sin título 8
Empezó a llover y se diluyó, como el azúcar en un vaso de agua. Al menos tenía un sabor dulce.
La reina de los troncos
Con gran agilidad, la niña Marla subía y bajaba del árbol en el que había comenzado a construir una cabaña de palos y hojas, formato carne, en el que se metería para pasar las largas horas de verano, alejada de sus padres y sus hermanos. Ese sería su laboratorio de fantasías.
Diría frases que nadie mas oiría, bailaría sin que nadie más la viera, quizá alguna rama, algún brote de hoja.
Diría frases que nadie mas oiría, bailaría sin que nadie más la viera, quizá alguna rama, algún brote de hoja.
Marla era pequeña y rápida. Su pelo rebelde de gitanilla, negro como los conjuros, le caía por los hombros flacos o se enredaba en su cuello como las serpientes. Trepaba como los monos o las ardillas. Era la reina de los troncos y en la copa del árbol más frondoso crearía su propio reino lleno de muñecos, plastilina y tebeos.
Ansiaba vivir allí arriba y no bajar nunca, ver la vida desde las alturas y reírse cuando su familia la llamase a gritos para cenar.
Viviría su propia historia de amor infantil con la inocencia de su vida y pararía su reloj de pulsera de juguete para que el tiempo durmiera a su lado sin tener que madrugar para ir a la escuela, sin tener que hacer los deberes por la tarde.
Deseaba lo imposible, pero de eso se daría cuenta con el tiempo.
De mayores, todos queremos parar el tiempo, aunque sea por un instante.
lunes, 16 de mayo de 2011
Sin título 7
Perdí al Ser de hojalata en el contorno del corazón, en los albores del nuevo año, en el desayuno, en la soledad de la noche, en las calles atestadas de gente, en mis horas de lectura, en la bañera y en los espejos.
Volví a encontrarlo, pero había cambiado de color.
Le pregunté si volvería como perla de plomo y no supo qué responder.
Le pregunté si volvería como perla de plomo y no supo qué responder.
El baile final
Clavó sus ojos hambrientos en los míos. Su mirada amenazaba con desatar todas las tormentas sobre mis hombros desnudos.
La fe en la negación se me diluyó en la boca, se derramó entre mis dientes y me salpicó de osadía los pies.
Cedí a su oferta y en un ataque de altruísmo ofrecí mi yugular hinchada como manjar codiciado.
Adelante, le dije. Líbrame del exceso de vida y déjame sólo la que yo quiero. Pero cuando termines, no quiero volver a verte.
sábado, 7 de mayo de 2011
Laboratorio de química
Todo es perfectamente negro y está perfectamente limpio. Añádele la vida y la pasión, y se volverá claro y turbio.
Adoro la luz y los grumos.. y que las marcas de mi cara delaten mi risa.
Adoro la luz y los grumos.. y que las marcas de mi cara delaten mi risa.
viernes, 6 de mayo de 2011
Crónica de una gestación
Mis manos no tiemblan, salvo en las horas más oscuras.
Mi boca sostiene la palabra, pero en la intimidad más abrupta, balbucea.
Mi existencia demediada por la lucha se suelda con la pasta de la Victoria, el triunfo frente al miedo de perderme.
Me bebo y me sudo.
Me congelo y me evaporo.
Me violo y me protejo.
Finalmente, me derramo entre mis fracturas y resurjo con la piel manchada de parto.
Placenta en fuente de plata, para paladares sin asco.
miércoles, 4 de mayo de 2011
Las huellas infantiles.
Crecíó bajo las mesas de las cocinas, protegida por los manteles de un blanco impoluto y las sirvientas maternales, las únicas que la hacían caso en sus mundos infantiles.
Siempre eran las mismas cenas protocolarias. Se sabía de memoria a quien pertenecía cada par de zapatos, así que no se sorprendió cuando dos pares de piernas enfrentadas comenzaron a sobarse en secreto y cuyos dueños no se correspondían con los que deberían ser bajo la luz de las lámparas.
Así que sin pensárselo dos veces, decidió matar el tiempo haciendo un nudo con los cordones de los zapatos de cada uno de los amantes secretos, tronchándose con una risa bajita.
"Así, si no se preocupan de mi existencia, por lo menos dejaré mi huella bien hundida. Ya estoy harta de que todos se salgan con la suya menos yo", pensó.
No subestimar la capacidad vengativa de los niños..
martes, 3 de mayo de 2011
Somos lo que somos
Parcela, terreno, propiedad, parte, trozo
Sendero, camino, ruta, viaje, itinerario
Ameno, agradable, alegre, entretenido, distraído
Historia, fábula, narración, relato, anécdota
Cortés, cariñoso, agradable, afectuoso, zalamero
Vacío, oquedad, agujero, cavidad, laguna
Absurdo, disparatado, incoherente, descabellado, ilógico
Soga, cuerda, correa, cordel, amarra
Imperturbable, estoico, sereno, sosegado, quieto
Desprecio, rabia, animadversión, odio, tirria
Cariño, afecto, apego, ternura, amor
Anhelo, ganas, ansias, empeño, interés
Paciencia, serenidad, conformidad, temple, aguante
Sendero, camino, ruta, viaje, itinerario
Ameno, agradable, alegre, entretenido, distraído
Historia, fábula, narración, relato, anécdota
Cortés, cariñoso, agradable, afectuoso, zalamero
Vacío, oquedad, agujero, cavidad, laguna
Absurdo, disparatado, incoherente, descabellado, ilógico
Soga, cuerda, correa, cordel, amarra
Imperturbable, estoico, sereno, sosegado, quieto
Desprecio, rabia, animadversión, odio, tirria
Cariño, afecto, apego, ternura, amor
Anhelo, ganas, ansias, empeño, interés
Paciencia, serenidad, conformidad, temple, aguante
Acerca del licor
Besó el costado de su vaso de licor y a través del cristal observó el vaivén oleoso del líquido, recordándola sus propios pensamientos resbaladizos y pringosos.
Deseaba ebriedad y sentir su esternón abultado por las palabras que salen maceradas en alcohol, palabras de las buenas, de las que saben a tiempo y modo gramatical y que por el camino se frotan con los incisivos o se quedan colgando de la punta de la lengua.
No se limpió los labios tras el tercer trago. Dejó que el azúcar disuelto se quedara allí, a la altura del hueco.
Así saben mejor las ideas, pensó.
Deseaba ebriedad y sentir su esternón abultado por las palabras que salen maceradas en alcohol, palabras de las buenas, de las que saben a tiempo y modo gramatical y que por el camino se frotan con los incisivos o se quedan colgando de la punta de la lengua.
No se limpió los labios tras el tercer trago. Dejó que el azúcar disuelto se quedara allí, a la altura del hueco.
Así saben mejor las ideas, pensó.
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