Hace poco me di cuenta de que los muertos son conscientes de serlo. A pesar de no tener ojos, nos observan sin dejan de reirse por lo imbéciles que somos los vivos. Sorprendidos y cabreados por la destreza con la que engordamos nuestras preocupaciones, nos recuerdan cada día su incapacidad de sentir calor, alegría, ira o miedo y la manera en la que nosotros, lejos de la necrópolis, diluímos todas esas sensaciones en un gran cuenco de egoísmo o las exageramos por miedo a perder su significado.
Y yo desde mi tumba, observo mi lugar en el mundo y me alegro de ser algo más que células vivas y sangre que habla.
Echo de menos los monstruos mitológicos y los versos de rima blanca.
Grande. Muy grande.
ResponderEliminarGrassiass.. :)
ResponderEliminarLa verdad es que sí. Muy de acuerdo.
ResponderEliminarPrefiero las lecciones de los vivos, aunque se euivoquen.
ResponderEliminarEl muerto ya no tiene miedo a morir.