miércoles, 28 de abril de 2010

EL JARDÍN DE LOS SUPLICIOS

El Jardín de los suplicios (Le jardin des supplices (1899)) del escritor francés Octave Mirbeau, es una novela que leí hace años en la que se mezcla la crueldad, la sangre y el erotismo (confieso que la mezcla de estos dos últimos ingredientes me fascina) hasta un extremo que roza la locura; impregnada de un realismo tan crudo que a veces resulta imposible de leer.
En ella, Mirbeau nos muestra un gusto refinado, casi voluptuoso por la muerte, exhudando morbo por lo extraño y lo enfermo. Las imágenes favoritas de Mirbeau serán las de personas buscadoras de todos los placeres como único modo de asirse a la vida o de sentir la proximidad de la muerte. En cierta manera veo en esta novela un paralelismo con "El Erotismo" de George Bataille, en el que según palabras del propio autor: "El ser humano constantemente se da miedo a sí mismo. Sus movimientos eróticos le aterrorizan y su conocimiento epistemológico sólo es alcanzable en un grito agónico de placer o en un alarido desgarrado por el dolor extático de la muerte."
No pretendo hacer un tratado filosófico sobre este tema, entre otras cosas porque carezco de la formación adecuada, aunque me resulten fascinantes ambos libros por lo que cada uno representa, así que os invito a leerlos si aún os queda un hueco..
El Jardín de los suplicios narra las vidas miserables, oscuras y sórdidas de un hombre corrupto que viaja a Ceylán para una expedición científica y de una bella mujer inglesa, Lady Clara, en apariencia sensible y dulce que esconde pasiones sádicas. Los dos protagonistas y su historia, son producto de una narración inventada durante una reunión de intelectuales del siglo XIX, en casa de un escritor académico en la que se habla con entera libertad sobre el crimen, como de un instinto natural unido al instinto sexual.
Ambos se conocen durante un viaje en barco a Oriente e inmediatamente se establece entre ellos una relación erótica. Ella logra convencerle de que deje su misión y la acompañe a China a visitar la cárcel de un pueblo en la que el mal, el crimen, la sangre y el refinamiento de las torturas allí perpetradas serán los ingredientes principales.
Es allí donde el hombre descubre las oscuras perversiones de la dama
Y así entramos en la parte primordial del texto: la visita a la carcel china llamada el jardin de los suplicios. La descripción de torturas atroces, in crescendo en función de la posición social (la tortura a la que es sometido un noble condenado a ser masturbado continuamente por dos gheysas hasta expulsar sangre, terminando por desangrarse, entre otras, son especialmente atroces), nos intentan mostrar, no las torturas en sí mismas, sino el placer, cada vez mayor, que aquellos horrores y aquella atmósfera producen en Lady Clara transportándola hacia el éxtasis erótico.
Sexo, sangre y belleza se amalgaman en el jardín de los suplicios contándonos que el horror es precisamente la hermosura para la dama, la cual busca huir del tedio a través del éxtasis en la muerte y de la visión placentera de la tortura y el dolor ajenos.

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