Un día, no recuerdo muy bien cuando pese a que ha pasado muy poco tiempo, aunque puede ser un día cualquiera, me tropecé con tus playeras nike de bota alta y tu sonrisa perenne (de dudosa credibilidad en ciertos momentos, pese a tu insistencia en no borrarla de tu cara).
¿Lo que me has transmitido? déjame pensar... (Me concedo el atrevimiento de hablar sobre alguien a quien apenas conozco, aunque así será más divertido). Te movías sumida en una felicidad estática e introspectiva. Pero tus ojos gritaban otra cosa.
Parecía que te ahogabas en tu reducida escala cromática.
Resulta que decidí investigar y sin pretenderlo te sorprendí detrás del escenario jugueteando con una paleta de colores. Me gusta verte flirtear con el azul y el verde; eso sí, sobre fondo negro.
No puedo contar más porque aún estoy en el prólogo.
Esta historia me corrobora una vez más lo que desde hace años vengo experimentando: Nos relacionamos por códigos. Sólo hay que saber descifrarlos.
¿Lo que me has transmitido? déjame pensar... (Me concedo el atrevimiento de hablar sobre alguien a quien apenas conozco, aunque así será más divertido). Te movías sumida en una felicidad estática e introspectiva. Pero tus ojos gritaban otra cosa.
Parecía que te ahogabas en tu reducida escala cromática.
Resulta que decidí investigar y sin pretenderlo te sorprendí detrás del escenario jugueteando con una paleta de colores. Me gusta verte flirtear con el azul y el verde; eso sí, sobre fondo negro.
No puedo contar más porque aún estoy en el prólogo.
Esta historia me corrobora una vez más lo que desde hace años vengo experimentando: Nos relacionamos por códigos. Sólo hay que saber descifrarlos.
Y me gusta porque yo no decidí encontrarte
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